lunes, 29 de noviembre de 2010

La psicología del inconsciente. Sigmund Freud y el psicoanálisis

Sigmund Freud

Sigmund Freud (6 de mayo de 1856, en Príbor, Moravia, Imperio austríaco (actualmente República Checa) - 23 de septiembre de 1939, en Londres, Inglaterra, Reino Unido) originalmente conocido como Sigismund Schlomo Freud, fue un médico y neurólogo austriaco, creador del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX.

Freud postuló la existencia de una sexualidad infantil perversa polimorfa, tesis que causó una intensa polémica en la sociedad puritana de la Viena de principios del siglo XX y por la cual fue acusado de pansexualista. A pesar de la hostilidad que tuvieron que afrontar sus revolucionarias teorías e hipótesis, Freud acabaría por convertirse en una de las figuras más influyentes del siglo XX. Sus teorías, sin embargo, siguen siendo discutidas y criticadas, cuando no simplemente rechazadas. Muchos limitan su aporte al campo del pensamiento y de la cultura en general, existiendo un amplio debate acerca de si el psicoanálisis pertenece o no al ámbito de la ciencia.

LA PSICOLOGIA DEL INCONSCIENTE

La psicología del inconsciente fue notablemente diferente de la psicología de la conciencia. Wundt y los demás psicólogos de la conciencia se basaban en el estudio de la mente humana adulta y normal a través de la introspección con el objetivo de lograr una ciencia experimental independiente de las cuestiones y teorías tradicionales de los filósofos. La disciplina quedaba definida por las áreas de la sensación y la psicología cognitiva, también se prestaba cierta atención a la psicología social, animal y del desarrollo. La psicología de Freud en cambio se centraba en las mentes anormales y pretendía desenmascarar la conciencia, incluso la conciencia normal mostrándola como una serie de impulsos primarios y repulsivos que no nos atreviéramos a reconocer. En lugar de realizar experimentos Freud estudió la mente mediante la exploración clínica buscando los orígenes ocultos de la conducta humana en el inconsciente, en los residuos primitivos de la infancia y de la evolución que él aseguraba encontrar en los síntomas de sus pacientes, en sus sueños y en las conversaciones terapéuticas que mantenía con ellos.

Freud de origen judío fue un ateo muy orgulloso de su herencia judía y vivió bajo la opresión del mandarinazgo. En parte creó el psicoanálisis como desafío político a los dirigentes del Imperio Austro-Húngaro.

FREUD Y LA PSICOLOGIA CIENTIFICA

Freud presentó el psicoanálisis como una revolución. Solía decir que el psicoanálisis representa el tercer gran golpe a la autoestima del género humano. El primero fue la demostración de Copérnico de que el ser humano no era el centro del universo. El segundo, la demostración de Darwin de que el ser humano era un animal que como los demás formaba parte de la naturaleza. Freud aseguraba que el tercer golpe asestado a la autoestima del hombre era su propia demostración de que el yo humano no es el amo y señor de su propia casa.

Freud y el método experimental

Freud dijo “ El psicoanálisis en mi opinión es incapaz de crear una Weltanshauung propia, no la necesita es parte de la ciencia”. Freud no pretendió construir una psicología experimental del inconsciente y tampoco acogió con agrado los intentos de verificar experimentalmente sus ideas. Recurrió a la práctica de la medicina privada y desarrolló el psicoanálisis en el contexto de la psicoterapia. Este rechazo de la psicología experimental contribuyó a aislar el psicoanálisis distanciándolo aún más de la corriente principal de la psicología.

EL ORIGEN DEL PSICOANALISIS

Freud y la biología

A Freud le atrajo en un principio la idea de enfocar la psicología desde la fisiología. Para Freud el mayor atractivo dirigirse a la ciencia pasando por la fisiología tenía que ver con su condición de neurólogo clínico. En ese tiempo la neurosis más común con diferencia era la histeria. En el mundo pos-freudiano, la histeria se llama trastorno disociativo, y se define como una serie de síntomas físicos con una causa psicológica. En los tiempo de Freud, se creía que los síntomas físicos de la histeria prevenían de un trastorno desconocido del sistema nervioso.

En el caso de Freud el camino fisiológico hacia la psicología científica quedó claramente reflejado en un manuscrito que no llegó a terminar, su Proyecto de psicología para neurólogos. A Freud le atormentaban dos objetivos, estudiar qué forma toma la teoría del funcionamiento de la mente si se tienen en cuenta consideraciones cuantitativas, una especie de economía de los factores nerviosos, y en segundo lugar descubrir oculto en la psicopatología algún beneficio para la psicología normal. En el proyecto mismo, Freud definía su newtoniana intención de desarrollar una psicología que llegue a ser una ciencia natural, es decir a representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales específicas. Freud abandonó el proyecto y en su trabajo clínico terminó distinguiendo entre neurosis reales y psiconeurosis. Las neurosis reales eran verdaderas enfermedades físicas causadas por exceso o deficiencia de determinadas toxinas nerviosas, originadas normalmente por la masturbación. Las psiconeurosis, entre ellas la histeria tenían causas psicógenas y dependen del funcionamiento de los complejos de ideación inconsciente.

Freud, la biología evolutiva y el giro a la sexualidad

Sulloway propone que Freud y sus seguidores lo establecieron así para ocultar la dependencia permanente de Freud de la biología como fundamento latente de la teoría psicoanalítica. Freud abandonó su Proyecto porque no consiguió encontrar un mecanismo compatible con la tesis principal que le guiaba en el descubrimiento del origen de las neurosis. Tanto en su teoría de la seducción como más adelante, Freud mantuvo siempre que la causa final de los síntomas neuróticos del ser humano adulto consistía indefectiblemente en un pensamiento desagradable o un trauma de la infancia. En el momento en que se produce este suceso o pensamiento no tiene ningún efecto patológico, pero permanece en estado de latencia y reaparece inconscientemente en forma de síntoma años después.

Freud simplemente amplió la ley biogenética para incluir el desarrollo psicológico. Consideró las fases del desarrollo psicosexual como una recapitulación de la vida sexual de las especies que nos han precedido. Freud pensaba que la histeria estaba provocada por abusos sexuales padecidos en la niñez, sin que el abuso provocara efectos patológicos inmediatos. La experiencia permanecía en estado latente en la memoria, e inconscientemente hacia que apareciesen los síntomas en la edad adulta. Freud no había desarrollado aún su teoría de la sexualidad infantil, y podía afirmar que el trauma sexual no tenía efectos inmediatos en el niño porque se hallaba adecuado a su estadio evolutivo. Como la víctima era aún asexual, la experiencia no tenía para ella ningún significado, sólo cobraba significado cuando en la edad adulta aparecía la sexualidad, entonces la memoria reprimida producía un efecto tóxico y desencadenaba la histeria en el paciente.

Freud no fue el primero en hallar el sexo como la causa oculta de los logros humanos, algunos poetas románticos y filósofos como Shopenhauer ya habían hablado de la sublimación en una parte de una teoría general de la mente y la conducta humana.

El sexo desempeñaba el papel esencial en la formación de neurosis, proporcionando así a la ciencia de Freud una base biológica.

La sexualidad entraba en juego como el factor que actúa sobre el sistema nervioso y causa los síntomas de la histeria. En la primitiva teoría de Freud, la seducción sexual experimentada por un niño daba lugar al trauma que generaría más tarde la neurosis. En su teoría posterior, eran las fantasías sexuales de la infancia las que constituían las semillas de las neurosis adultas.

Freud como reformador sexual

Freud terminó considerando el sexo como el principal motivo en la vida del ser humano.

Tanto a Freud como a otros médicos se les presentaron problemas que tenían su origen en los conflictos con la sexualidad que se vivía en el siglo XIX. La causa del problema era sencilla, a medida que las sociedades se desarrollan económicamente, experimentan una importante transición demográfica, se pasa de familias numerosas a familias más pequeñas. En las sociedades rurales, los niños son un recurso económico más, manos que poner a trabajar lo antes posible y la principal fuente de sustento de los padres durante su vejez. En las sociedades industrializadas, los niños representan una carga económica. Al resultar caro mantenerlos y educarlos hasta que puedan comenzar a trabajar, se convierten en un auténtico agujero en la economía de sus padres, a medida que aumenta el nivel de vida, los niños resultan cada vez menos atractivos económicamente y se empieza a tener menos hijos.

La clase media aborrecía la miseria en que vivían las clases inferiores, pero envidiaba su libertad sexual. Freud también veía la mayor felicidad sexual de los más pobres, pero sin desear sumarse a ellos.

Freud describió la causa más habitual de la impotencia como la incapacidad de los hombres de amar a quien desean y de desear a quien aman, y no sólo porque las relaciones sexuales con la propia esposa pudieran dar lugar a tener descendencia. Los médicos solían pensar y los hombres terminaron creyéndolo así, que las mujeres no tenían sentimientos sexuales, por lo que los hombres se sentían culpables al imponerles su brutal sexualidad. La consecuencia de ellos era en el mejor de los casos una gran inhibición sexual, en el peor la impotencia.

Freud testificó a favor de la legalización de las relaciones sexuales fuera del matrimonio, acordando un mayor grado de libertad sexual y reduciendo las restricciones impuestas a esa libertad.

Freud dibujó un retrato devastador de los efectos del matrimonio civilizado. Los hombres, como hemos visto terminan siendo impotentes o indeseablemente inmorales al buscar el sexo fuera del matrimonio. Las mujeres, por su lado, víctimas de un doble rasero terminan enfermando.

El Freud clínico señalaba el sexo como el origen de los problemas de sus pacientes porque en el contexto de aquella época, éstos se enfrentaban a grandes dificultades para conciliar el sexo con sus aspiraciones económicas y morales. En la era del VIH y el SIDA, el sexo sigue siendo un problema, pero no del modo en que lo era para la sufrida sociedad civilizada de los tiempos de Freud.

Freud como médico: el estudio de la histeria

El trastorno neurótico más frecuente en los tiempos de Freud era la histeria. El diagnóstico era antiguo, se remontaba hasta la época de la antigua Grecia. Hystéra, en griego significa útero y durante mucho tiempo se pensó que sólo las mujeres podían padecer histeria, puesto que sólo ellas tienen útero. Los síntomas de la histeria han variado mucho a lo largo de los siglos, y en el siglo XIX una gran variedad de los mismos se clasificaron ya bajo la denominación de histéricos.

En el caso de la paciente de Freud, Dora, uno de sus síntomas histéricos era una tos persistente. Algunos de los casos que se diagnosticaron como histeria eran casi con toda seguridad casos de enfermedades aún no identificadas por la medicina del siglo XIX.

Independientemente de cuál fuera la realidad subyacente de la histeria, los médicos del siglo XIX empezaron a considerarla como una enfermedad física de origen desconocido. Antes de la llegada de la medicina científica, la histeria se había considerado como una deficiencia moral, bien como una debilidad de la voluntad o como una posesión por espíritus malignos.

Irónicamente en ese mismo año de 1896 Freud presentó un trabajo sobre la histeria ante la sociedad de psiquiatría y neurología en el que expresaba por primera vez su idea de que la histeria tenía una etiología psicológica concretamente sexual.

Desgraciadamente para los pacientes la etiología física de la histeria prescribía tratamientos físicos por misteriosa que fuera la enfermedad. A menudo los tratamientos de la histeria eran extremadamente heroicos. El tratamiento principal era la electroterapia.

Otras terapias consistían en impedir la respiración de la paciente, golpearla con toallas mojadas, ridiculizarla, someterla a duchas de agua fría, insertarle tubos por el recto, aplicarle hierros calientes en la columna vertebral y en los casos intratables, practicar ovariotomías y cauterizaciones del clítoris. Tales tratamientos pueden entenderse con razón como abuso de mujeres por parte de hombres con poder, pero hay que tener en cuenta que los tratamientos de algunos trastornos masculinos eran igualmente heroicos incluyendo la cauterización de determinadas partes de los genitales. No hay que olvidar que la medicina tan sólo estaba comenzando a basarse en la investigación científica.

Se puede establecer un paralelismo entre los tratamientos psiquiátricos en el siglo XIX y los tratamientos del cáncer en el siglo XX. El cáncer es una enfermedad terrible que actualmente apenas está empezando a desvelar sus secretos.

Un cambio importante en la concepción de la histeria comenzó con Charcot, cuyas ideas fueron importadas por Freud a Viena. Aunque Charcot continuaba creyendo que había un factor hereditario y orgánico en la histeria, también afirmaba que ésta tenía una importante causa psicológica.

Charcot creía que la histeria era una enfermedad unitaria con una única patología subyacente y un conjunto exclusivo de sistemas que la definen.

Charcot suponía que la histeria como la tuberculosis era una enfermedad que existía al margen de la medicina científica de la época, esperando una descripción precisa y un tratamiento eficaz.

Muchos historiadores creen hoy que la histeria no era una enfermedad preexistente descubierta por la medicina, sino un rol social elaborado por la medicina y adoptado por los pacientes sugestionables como una manera de encontrar sentido a sus vidas.

Las expectativas creaban la realidad que confirmaba la expectativa.

Charcot

Breuer era un distinguido fisiólogo y médico generalista que en 1880 trató por primera vez a la paciente cuyo caso constituye el punto de partida de la historia de la terapia psicoanalítica . Bertha von Pappenheim, que figura como Anna O, en los estudios era una mujer joven de clase media que como otras muchas tuvo que cuidar a su padre enfermo. Cayó presa de la histeria sufriendo principalmente parálisis leves y dificultades para hablar y para oír. Tras trasladarla durante un período de tiempo, Breuer descubrió que sus síntomas remitían cuando hablaba sobre ellos en estado hipnótico, recuperando en ese trance los sucesos olvidados que los habían provocado. Por ejemplo su incapacidad para beber agua en un vaso procedía de haber visto a un perro bebiendo agua de un vaso, en cuanto recuperó ese recuerdo inmediatamente pudo volver a beber en un vaso. A pesar de someterse a un tratamiento continuado, Anna O no experimentaba una mejoría continuada y, de hecho hubo un momento en que tuvo que ser hospitalizada. La afirmación que se hace en los estudios de que terminó recuperándose es falsa, como también lo es que sufriera un embarazo histérico cuya paternidad contribuyó a Breuer, según ha sostenido la leyenda psicoanalítica.

En algunos aspectos Anna inventó la psicoterapia, puesto que fue uno de los casos documentados del siglo XIX en los que las pacientes histéricas guiaban a los médicos hacia su cura. En el caso de Anna, era ella quien fijaba su propio horario de terapia, se hipnotizaba y se llevaba a sí misma hasta las causas desencadenantes de sus síntomas, un procedimiento que ella denominaba “ charlas curativas”. Era una mujer inteligente y enérgica que desarrolló con éxito una carrera importante e influyente como fundadora del trabajo social en Alemania. Pero a pesar de haber estado presente en el momento de su creación nunca tuvo palabras amables para el psicoanálisis.

Freud no tenía nada que ver con el caso de Anna O, pero le convenció a Breuer para utilizar su caso como pieza clave de una teoría sobre las causas y la cura de la histeria.

Bertha von Pappenheim

Freud averiguó enseguida que la hipnosis no era la única manera de descubrir deseos e ideas inconscientes. Los pacientes podían ir descubriendo poco a poco su inconsciente a lo largo de una serie de sesiones de conversación desinhibida, guiada por las interpretaciones del terapeuta. En 1896, Freud utilizó por primera vez el término “ psicoanálisis” para describir su nueva técnica no hipnótica.

El error de la teoría de la seducción y la creación del psicoanálisis.

No era la sexualidad sin más, sino la sexualidad infantil a lo que Freud atribuía a la raíz de las neurosis.

La sexualidad infantil y el complejo de Edipo desempeñaban también una función esencial en la idea misma de la psicología profunda. Freud localizaba las causas de la neurosis y por lo tanto de la felicidad íntegramente en la mente de sus pacientes. Según él, la causa última de los problemas de sus pacientes no se encontraba en su situación personal, sino en los sentimientos que habían tenido durante la infancia. Por consiguiente, la terapia consistía en ajustar la vida interior del paciente, no en cambiar las circunstancias en las que vivía.

El episodio central de la historia del psicoanálisis fue abandonado por parte de Freud de su teoría de la seducción sobre la histeria con la que había sostenido que la causa de la histeria eran las seducciones sexuales sufridas durante la infancia y su sustitución por el complejo de Edipo.

El curioso episodio del error de la teoría de la seducción

Freud propuso cuatro razones para abandonar la teoría de la seducción:

1. Freud, que creía que sólo una teoría verdadera de la mente podría curar las psicopatologías, estaba dispuesto a abandonar la teoría de la seducción porque no curaba a sus pacientes.

2. 2. Freud conocía casos en los que algún niño había sufrido estos abusos y no se había convertido en histérico, por lo que quedaba descartada la relación unívoca entre la enfermedad y esta causa.

3. 3. El inconsciente simplemente toma las fantasías sexuales de la infancia por hechos reales y hace que el paciente se lo cuente al terapeuta como si se tratara de seducciones que realmente han tendido lugar.

4. 4.Si fuese habitual ser seducido cuando niño, los pacientes psicóticos que no tienen miedo a esos recuerdos los revelarían.

Freud consideraba ahora las historias de seducción de sus pacientes como fantasías edípicas de la infancia evocadas falsamente como recuerdos.

La leyenda psicoanalítica concluye afirmando que Freud descubrió heroicamente la existencia de la sexualidad infantil y el complejo de Edipo al abandonar su antigua teoría y construir la nueva sobre la base del interrogatorio a que se sometió a sí mismo con una sinceridad sin concesiones.

Lo que ocurrió en realidad

La leyenda psicoanalítica iniciada por Freud asegura que sus pacientes femeninas le relataban haber sido seducidas sexualmente por sus padres. Sin embargo, en los informes publicados por Freud, los seductores no son nunca los progenitores. Normalmente son otros niños en algunas ocasiones adultos tales como tutores o institutrices y, en otras un pariente adulto no especificado, pero nunca uno de los progenitores. O Freud falseó los datos que describió a sus colegas psiquiatras o no había ninguna historia de fantasías edípicas.

Freud disfrutaba obligando a sus pacientes a aceptar lo que él consideraba la verdad, e interpretaba cada resistencia como un indicio de que estaba acercándose cada vez más a un gran secreto.

En cualquier caso no es de extrañar que sus pacientes salieran huyendo. Cioffi, Esterson y Schatzman sostienen que en cierto momento, Freud se dio cuenta de que las historias de la seducción eran falsas y se vio en la difícil tesitura de explicar cómo podía ser esto así y a la vez conservar la terapia psicoanalítica como medio válido para revelar la verdad científica. Lo hizo según los autores citados, inventado el complejo de Edipo y la sexualidad infantil.

Las consecuencias del episodio de la seducción: la fantasía supera la realidad

Tras el episodio de la seducción, Fred dejó de ver las causas de la neurosis en la vida sexual de sus pacientes y las localizó en su vida mental. De hecho, los críticos de Freud, incluidos algunos psicoanalistas le acusan de haberse convertido en un terapeuta insensible en ocasiones brutalmente insensible a problemas de sus pacientes.

La psicología profunda atribuyó al inconsciente la soberanía absoluta sobre el estado de salud y de enfermedad mental, haciendo de los pacientes los únicos responsables de su salud.

EL PSICOANALISIS CLASICO: 1900-1919

La obra fundacional: la interpretación de los sueños (1900)

Freud consideraba “ La interpretación de los sueños” como su obra maestra.

El secreto revelado que Freud valoraba tanto era el de que los sueños no son una serie de experiencias sin sentido, sino que constituyen a la vía regia hacia el inconsciente.

La tesis de Freud era que todos llevamos en nuestro interior deseos reprimidos que intentan constantemente lograr el acceso al control de la conducta. Cuando estamos despiertos, nuestro Ego o Yo consciente reprime tales deseos, pero cuando dormimos la conciencia enmudece y la represión se debilita. Si nuestros deseos reprimidos consiguieran escapar completamente a la represión, nos despertaríamos y recuperaríamos el control. Los sueños son un compromiso que nos permite dormir, ya que son expresiones alucinatorias y disfrazadas de las ideas reprimidas.

Freud afirmaba que todos los sueños son realizaciones de deseos, es decir, una expresión disfrazada de deseos inconscientes. Si podemos descifrar un sueño y averiguar su significado oculto, habremos recuperado parte del material reprimido que nos hace neuróticos. Por lo tanto, los sueños y la histeria tienen el mismo origen, porque ambos son representaciones simbólicas de deseos reprimidos y ambos pueden entenderse descubriendo sus fuentes.

La teoría clásica de la motivación : Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905)

Aunque Freud desarrolló sus ideas sobre la sexualidad infantil y el complejo de Edipo en la década de 1890, no las hizo públicas hasta 1905, en un grupo de tres breves conferencias que se publicaron con el título Tres ensayos sobre teoría sexual.

En su primer ensayo, Freud sostiene dos tesis sobre las aberraciones sexuales.

En el segundo ensayo. Freud exponía por fin al mundo sus ideas sobre la sexualidad infantil y el concepto de Edipo que había desarrollado durante el episodio del error de la teoría de la seducción. En el último ensayo, Freud pasaba a ocuparse de la sexualidad adulta, que comienza en la pubertad, el período en que los cambios de la maduración activan y modifican los instintos sexuales que habían estado inactivos hasta entonces.

La teoría clásica de la personalidad

El concepto de inconsciente psicológico es el único verdaderamente indispensable del psicoanálisis la ”consumación de la investigación psicoanalítica”. La idea no es original de Freud, y muchos psicólogos incluido el propio Freud en su proyecto no creían que existiese. Freud propuso dos teorías sobre el inconsciente. La primera ha recibido el nombre de modelo topográfico porque concibe la mente como un espacio en el que las ideas se mueven entre la conciencia y el inconsciente.

Tras abandonar el Proyecto, Freud desarrolló una teoría de la mente más en consonancia con la tradición alemana de Leibniz y Kant, para quienes gran parte de la vida mental quedaban fuera del alcance de la introspección.

La hipótesis de los estados mentales inconscientes no era la dominante entre los psicólogos académicos, para quienes la mente y la conciencia eran conceptos de la misma extensión. Para ellos, la ciencia de la mente, la psicología era la ciencia de la conciencia.

Algunos fenómenos como el hipnotismo y la existencia de personalidades múltiples pueden explicarse por la disociación de la conciencia más que por la existencia del inconsciente, es decir que en el cerebro de un único individuo puede haber dos conciencias distintas, independientes y ajenas la una de la otra, en vez de una sola conciencia acosada por fuerzas inconscientes.

James y otros psicólogos consideraban científicamente peligroso postular la existencia de un inconsciente, porque el inconsciente, por definición no puede ser examinado o inspeccionado y puede convertirse fácilmente en la base sobre la que erigir teorías inconscientes.

Freud expuso detalladamente su concepción de la mente inconsciente en “Lo inconsciente”, donde ofrecía dos argumentos principales para postular la existencia de un ámbito mental inconsciente. La primera “prueba incontrovertible” era la afirmación de Freud del éxito terapéutico del psicoanálisis.

Su segundo argumento para creer en la existencia del inconsciente se basaba en la cuestión filosófica de las otras mentes planteada por Descartes. Freud defendía que igual que inferimos la presencia de la mente en las demás personas a partir de “ acciones y manifestaciones orales observables”, deberíamos hacer lo mismo en lo que respecta a nuestra propia mente. Freud decía “todas las acciones y manifestaciones que percibo en mí mismo deben juzgarse como si pertenecieran a otra persona”, como si hubiera otra mente dentro del yo.

El esquema de Freud era como el de Nietzsche: la conciencia es una superficie que se extiende sobre un vasto y desconocido ámbito presentido de forma muy vaga. En la descripción de la mente que hacía Freud, todas las percepciones y pensamientos se registran primero en el inconsciente, donde se comprueba si son no aceptables para la conciencia. Los pensamientos y percepciones que pasan esa censura pueden llegar a ser conscientes, mientras que a los que no la pasan no se les permite accedes a la conciencia.

Más importante y de mayor interés psicoanalítico era el destino de las ideas o deseos que no superaban el examen del censor mental. Estas ideas y deseos suelen ser muy intensos y están constantemente procurando manifestarse. No obstante, como son repugnantes, deben ser obligados a permanecer en el inconsciente. Este inconsciente dinámico es producido por la represión que consiste en el acto de impedir activa y enérgicamente el acceso a la conciencia de los pensamientos inaceptables.

REVISION Y AMPLIACION DEL PSICOANALISIS : 1920- 1939

Las ideas de Freud iban a cambiar notablemente desde la formulación inicial que propuso en las dos primeras décadas del siglo XX. En la década de los años veinte revisó sus teorías del a motivación y de la personalidad de manera tan drástica que no todos los analistas posteriores las aceptaron. En la década de 1930 escribió dos libros muy leídos en los que aplicaba el psicoanálisis al futuro de la religión y de la sociedad.

Las revisiones

El problema de la agresión: Más allá del principio del placer (1920)

En 1920 Freud revisó su teoría de la motivación en su obra “ Más allá del principio de placer”. Quizás a causa de su propio sufrimiento ( padecía un cáncer incurable de mandíbula, por el que hubo de ser operado varias veces, y su hija Ana tenía que cambiarle todos los días una prótesis de mandíbula, lo que le provocaba enormes dolores) y quizás debido a la carnicería que fue la Primera Guerra Mundial, Freud fue adoptando una postura cada vez más pesimista sobre la naturaleza humana. En “Más allá del principio del placer” propuso que el objetivo de toda vida es la muerte. Freud dio así expresión psicoanalítica a una antigua idea: que nacemos para morir,

El argumento de Freud se basa en su concepción de los instintos como impulsos y de la conducta como motivada por la reducción de los impulsos. Los instintos insatisfechos dan origen a estados de excitación que el organismo intenta reducir con una conducta que los satisfaga. La satisfacción es sólo temporal, por lo que, tras un período de tiempo el instinto debe satisfacerse de nuevo, lo que genera un proceso cíclico de excitación y satisfacción que Freud denominó compulsión repetitiva. Por lo tanto, parece que el estado óptimo que busca todo ser vivo es la completa relajación, la liberación de toda excitación. El ciclo de la compulsión repetitiva se interrumpe con la muerte, momento en que el objetivo de la vida, reducir la tensión se alcanza de forma permanente.

Postular el deseo de muerte ofrecía una solución al problema de la agresión. Según la primera teoría de Freud, los actos agresivos se producían a causa de la frustración del Yo o de las necesidades sexuales.

La nueva teoría de Freud no consiguió la aceptación generalizada de los psicoanalistas posteriores, que preferían la anterior concepción de Freud, menos pesimista de la naturaleza humana.

Las estructuras de la personalidad: el YO y el Ello (1923)

El inconsciente no era simplemente un lugar en el espacio que contiene pensamientos fácilmente accesibles y pensamientos reprimidos. Se trata también de un sistema mental distinto de la conciencia que sigue sus propios principios fantásticos. En contraste con la conciencia, no rige en él la lógica, es emocionalmente inestable, vive tanto en el pasado como en el presente y no tiene ningún contacto con la realidad exterior.

La concepción sistemática o estructural del inconsciente fue ganando importancia para Freud, y fue central en la reestructuración que hizo más tarde de su imagen de la mente. El modelo topográfico de la mente como conjunto de espacios (consciente, preconsciente e inconsciente dinámico) fue sustituido por un modelo estructural. Según la nueva teoría, la personalidad se componía de tres sistemas mentales diferentes. El primero era el Ello innato, irracional y orientado hacia la realidad ( el consciente y el preconsciente). El segundo era el Yo aprendido, racional y orientado hacia la realidad ( el consciente y el preconsciente). El tercero era el Superyó irracional y moralista ( la censura), compuesto de imperativos morales heredados por la evolución lamarckiana.

Las ampliaciones

Durante la última década de su vida, Freud comenzó a aplicar el psicoanálisis a grandes cuestiones históricas y culturales.

El porvenir de una ilusión (1927)

En “el porvenir de una ilusión”, Freud tomó partido de forma decisiva por la primera y más radical línea de pensamiento. Freud defendía que la religión es una ilusión, un intento colectivo de realización de deseos. La religión decía, no se basa más que en nuestros sentimientos infantiles de indefensión y en el consiguiente deseo de ser protegidos por un padre todopoderoso que se convierte en Dios. Además, para Freud, la religión era una ilusión peligrosa porque sus enseñanzas dogmáticas atrofian el intelecto y mantienen a la humanidad en un estado infantil. La religión es algo que el ser humano debe superar desarrollando recursos científicos que se sostengan por sí mismos. Quienes en secreto dudan de la religión son personas que han superado la religión pero no lo saben.

El malestar en la cultura ( 1930)

Todos los seres humanos persiguen la felicidad y, según Freud, los sentimientos de felicidad más intensos proceden de la satisfacción directa de nuestros deseos instintivos, especialmente los sexuales. La cultura, sin embargo, nos exige renunciar en gran medida a dicha satisfacción directa y sustituirla por otras actividades culturales. Estos impulsos sublimados nos aportan menos placer que la satisfacción directa. Para mayor malestar, interiorizamos las exigencias de la cultura en forma de severos superyós que nos cargan con la culpa de actos y pensamientos inmorales. Las personas civilizadas, por lo tanto, son menos felices que sus equivalentes primitivos. A medida que la cultura se desarrolla, la felicidad disminuye.

La cultura es pues, necesaria para la supervivencia de todos, no sólo de los más fuertes, y sirve al menos en parte a Eros. Además, a cambio de la represión, la cultura nos ofrece no sólo de los más fuertes, y sirve al menos en parte a Eros. Además, a cambio de la represión, la cultura nos ofrece no sólo seguridad sino también arte, ciencia, filosofía y una vida más confortable gracias a la tecnología.

EL DESTINO DEL PSICOANALISIS

El psicoanálisis sobrevive, aunque su prestigio disminuye a medida que se averigua que los trastornos mentales tienen su origen en disfunciones del sistema nervioso y proliferan las terapias alternativas. El joven Freud ahuyentó a sus amigos y mentores, mientras que el Freud maduro, fundador y guardián del psicoanálisis, ahuyentó a sus seguidores de mentalidad independiente.

El psicoanálisis freudiano y la ciencia

La pretensión del psicoanálisis de ser una ciencia como cualquier otra siempre ha sido controvertida. Los positivistas hallaron las hipótesis de Freud vagas y difíciles de comprobar. La crítica de mayor influencia contra el estatuto del psicoanálisis fue la de Karl Popper, que consideraba el psicoanálisis como una pseudociencia.

Por otro lado, el filósofo Adolf Grünbaum mantiene que Freud, después de todo, propuso una serie de pruebas con las que se podía falsar el psicoanálisis. A la más importante de ellas Grünbaum la llamó “ el argumento de la concordancia”. Cuando proponía su éxito terapéutico como la “prueba incontrovertible” del psicoanálisis, Freud afirmaba que el psicoanálisis encontraba los deseos y pensamientos ocultos que concordaban con los síntomas.

Otros estudios posteriores sobre resultados terapéuticos no aportan prueba alguna de que la eficacia de la terapia psicoanalítica tenga carácter exclusivo.

El psicoanálisis después de Freud

Freud y su círculo

Freud reunió a su alrededor a numerosos disípulos, pero los más importantes abandonaron o fueron expulsados del psicoanálisis. Normalmente, los disidentes rechazaban el énfasis de Freud en la sexualidad, que consideraban excesivo.

El más importante de los descendientes de Freud fue Carl Gustav Jung. Antes de estudiar con Freud, Jung ya se había establecido como psiquiatra de fama internacional. A Freud le preocupaba que, como la mayoría de sus seguidores eran judíos, el psicoanálisis tuviera una influencia limitada, por lo que nombró a Jung, que era gentil, su príncipe heredero. Pero las ideas de Jung diferían notablemente de las de Freud, ya que eran más favorables a los intereses religiosos y morales por los que estaban muy influidas. Para Jung, Freud era excesivamente materialista, en su opinión sólo veía el lado más oscuro de la naturaleza humana, olvidando sus anhelos espirituales. Inevitablemente, Freud y Jung terminaron distanciándose.

Freud y sus seguidores

El psicoanálisis continuó desarrollándose como movimiento, como terapia y como teoría de la mente después de la muerte de la primera generación de psicoanalistas. El psicoanálisis continuó dividiéndose en multitud de sectas enfrentadas, pero pueden observarse dos tendencias generales. La primera fue el desarrollo de versiones del psicoanálisis que restaban poder a los instintos y se concentraban más en la importancia del YO o Ego.

Por el contrario, los psicoanalistas del Yo proponen que la clase del desarrollo de la personalidad reside en diferenciar el Yo del no- Yo.

La otra tendencia principal en el desarrollo del psicoanálisis es la proliferación de sistemas de análisis que aceptan esencialmente las conclusiones de Popper y renuncias al deseo de Freud de convertir el psicoanálisis en una ciencia.

EL LEGADO FREUDIANO

Jacques Lacan, uno de los fundadores del psicoanálisis hermenéutico, considera a Freud como uno de los tres líderes del “ partido de la sospecha”, los otros son Marx y Nietzsche cuyo impacto sobre el pensamiento del siglo XX ha ido inmenso. El enemigo común de ese “ partido de la sospecha” es la clase media. Breuer afirmaba que la gran importancia que Freud concedía al sexo estaba motivada en parte por su deseo de provocar a la burguesía. Marx trabajó a favor de la revolución proletaria que iba a destruir el capitalismo y la burguesía. Nietzsche denunció la moral de la clase media como inadecuada para el “ Übermensch.

El arma común de los miembros de este “partido” era el desenmascaramiento. Freud descubrió profundidades de depravación sexual subyacentes a la respetabilidad aparentemente inocente de la clase media. Marx descubrió avaricia egoísta en las aspiraciones de los empresarios capitalistas, Nietzsche descubrió cobardes resentidos tras los mártires cristianos.

Es cada vez mayor el número de críticos que opinan que el psicoanálisis freudiano debería considerarse como una reliquia de la psicología y psiquiatría decimonónicas.

Freud Nietzsche Marx

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